Las primeras manifestaciones musicales aparecen en el ámbito religioso y, desde entonces, han evolucionado tal como lo ha hecho la sociedad bajo-ampurdanesa, adaptándose a sus costumbres y tradiciones. Coplas, orquestas, corales, canciones de taberna, habaneras y, más recientemente, conciertos y festivales de rock, jazz y pop… La música, en todas sus manifestaciones, simboliza un rasgo distintivo de nuestra gente y de sus pueblos, llegando a todos los rincones de la comarca.
Es indiscutible el prestigio musical asociado a Torroella de Montgrí, que ya en el siglo XIX fue cuna de grandes exponentes de la copla, como Pere Rigau (Torroella de Montgrí, 1868 – 1909), fundador de Els Montgrins, o Vicenç Bou (Torroella de Montgrí, 1885 – 1962), quién lo sustituyó posteriormente y tuvo un destacado papel en la expansión de la sardana.
Este esplendor musical llegaba también al municipio de Verges donde prácticamente se podía encontrar, no hace tantos años, un músico en cada calle. Dicen que el pueblo tenía su propia banda sonora, al sonido de trombones, pianos, clarinetes, trompetas, flautas y violines.
Y esta misma dedicación a la música desprenden todos los rincones de La Bisbal d’Empordà, centro neurálgico musical en la comarca. Todavía hoy en día nacen muchos cantantes y grupos musicales, evidenciando que el oficio de músico se encuentra en la genética bisbalenca.
Por esos tiempos, la cultura y la educación no era de acceso a todo el mundo y la música era una de las pocas manifestaciones culturales que estaban al alcance de las clases trabajadoras. Así pues, en un territorio de importante dedicación a la industria, muchos bajo-ampurdaneses se adentraban en la música por vocación, como distracción de su día a día. Un claro ejemplo es Calonge i Sant Antoni, villa natal del llamado príncipe de la tenora, Ricard Viladesau (Calonge, 1918 – Barcelona, 2005), y con más de 80 músicos confirmados, muchos de ellos discípulos del maestro Josep Sardó (Calonge, 1848 – 1893).
Como no podía ser de otra manera, la música también dominó Vall d’Aro, donde aun hoy en día se conserva el legado de los bailes de los domingos y las orquestas de las fiestas populares. Los actuales festivales, discotecas y carnavales, nacen precisamente de este pasado musical, transformado rápidamente por la llegada del turismo en los años cincuenta, que hizo aflorar los actos y conciertos cerca del mar.
Del norte al sur de la comarca, de la costa al interior, en todo el Baix Empordà suena música desde muchas décadas pasadas hasta hoy en día, configurando así el carácter ampurdanés que nos caracteriza.