El Baix Empordà no podría resumirse en una única imagen. Los territorios comprendidos entre el Montgrí, las Gavarres, la Ardenya-Cadiretes y el Mediterráneo conforman un rompecabezas tan diverso como armónico. Modeladas por el tiempo, el clima y la actividad humana, las múltiples facetas del paisaje invitan a una visita atenta: desde las lisas llanuras de cultivo a las escarpadas aristas del litoral, cada rincón transmite el carácter de la comarca.
La riqueza paisajística constituye un valor fundamental para el Baix Empordà. Y muchos de los paisajes bajo-ampurdaneses son hoy espacios naturales protegidos, entre los que destacan el parque natural del Montgrí, las Islas medes y el Baix Ter u otros espacios como los macizos de las Gavarres y la Ardenya – Cadiretes, las Montañas de Begur, Castell – Cap Roig, la Isla de Canet y las Riberas del Baix Ter. Este conjunto de parajes naturales otorga en el Baix Empordà una fisionomía que lo hace único.
La tramontana es el viento más emblemático de L’Empordà. Mientras que en el Alt Empordà predomina claramente, en el Baix Empordà compite con el “garbí”, el viento del sur. La coincidencia de estos elementos meteorológicos crea un pequeño clima propio, que es uno de los responsables del relevo, la flora y la fauna de la comarca. La incidencia de estos vientos fue descrita por Josep Pla, el observador más atento de la comarca.
Las tramontanas fuertes pueden traer lluvias, y a veces abundantes. Pero llega un momento en que el barómetro empieza a bajar. Enseguida se ve, al sur, un nublado blanco y aparece el viento de garbí entablado. Y empieza el predominio inverso, hasta que el barómetro vuelve a estar al alza y se produce el dominio contrario. Y así estamo, hace miles y miles de años, y lo que durará.
Josep Pla, Notes del capvesprol.
El mar y las ventoleras han esculpido los contornos abruptos del paisaje incomparable de la Costa Brava. Los pinares que resiguen la línea de la costa contrastan con la piedra desnuda de los precipicios y envuelven los caminos de ronda, los senderos que transcurren por las calas y playas de este litoral y os descubren las formas más versátiles.
El omnipresente macizo del Montgrí domina el mosaico agroforestal que ocupa buena parte del interior del Baix Empordà. Ondulada por suaves colinas, la extensa llanura de cultivos, márgenes arbolados y bosques del Empordanet es regada por el Ter, el Fluvià y sus numerosos afluentes. La bonanza de la tierra explica las numerosas villas y cortijos que desde hace siglos vertebran el territorio. Cerca del mar, los cultivos comparten espacio con lagunas y marismas.
El macizo de las Gavarres, constituido por una cadena de montes y colinas, es el telón de fondo del sur del Empordanet. El arco que dibujan valla la llanura y se prolonga hasta el mar. Las Gavarres son tierra de encinas, que forman montes bajos y prietos, en contraste con los de alcornoques, más aclarados. La multitud de caminos que atraviesan el macizo, así como los monumentos megalíticos, parroquias y cortijos evidencian el poblamiento milenario de la zona.
El extremo sur del Baix Empordà está dominado por la sierra de la Ardenya-Cadiretes. Este conjunto de masas de roca granítica, cubiertas de alcornoques, encinas y pinos, llega hasta el mar y origina un sistema de pequeñas calas resguardadas por los precipicios. En el interior, las marjadas en algunas vertientes del relevo revelan un pasado vitivinícola. Junto con las Gavarres, esta sierra da forma en el Valle de Aro, atravesada por el Ridaura.
Alimentados por el Ter y el Fluvià, los cultivos del Terraprim constituyen un mosaico de colores que cambia con el paso de las estaciones, en contraste con el verde perenne de los bosques de pino y encina que articulan este paisaje fértil y amable, salpicado por pequeños pueblos, masías y granjas plenamente integrados al entorno.